El sexo del cerebro: segunda parte

(Esta entrada continúa de la entrada del 18 de febrero de 2013)

Orientación sexual: heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad
La orientación sexual de los humanos también se determina durante el desarrollo temprano, bajo la influencia de los genes y de los factores que influyen en las interacciones entre las hormonas sexuales y el cerebro en desarrollo.

Swaab menciona algunos factores que son responsables de la homosexualidad:

  • Niveles hormonales anormales del niño durante su desarrollo intrauterino.
  • Factores genéticos (Swaab menciona que de acuerdo con LeVay y Hamer, el componente genético para la homosexualidad en ambos sexos está por encima del 50%).
  • La probabilidad de que un varón se haga homosexual aumenta con el número de hermanos mayores. Este fenómeno se explica por una respuesta inmunológica que desarrolla la madre hacia el producto de los hijos varones. La probabilidad de tal respuesta a factores masculinos se incrementaría con cada embarazo que resulta en el nacimiento de un hijo varón.
  • La exposición prenatal a nicotina, anfetaminas u hormonas tiroideas pueden influir en que una hija se haga lesbiana.
  • El estrés en la mujer embarazada.
  • Nuevamente, como en la transexualidad, Swaab afirma que no hay pruebas de que la homosexualidad, la heterosexualidad o la bisexualidad sean producto de una elección de vida o del aprendizaje social.

La orientación sexual y el cerebro
Swaab menciona algunos cambios en las estructuras (y funcionamiento) cerebrales que reflejan diferencias en la orientación sexual:

  • En hombres homosexuales el núcleo supraquiasmático del hipotálamo ("el reloj del cerebro") tiene dos veces el tamaño del mismo núcleo en hombres heterosexuales.
  • (Con base en resultados de LeVay) Los hombres homosexuales, así como las mujeres heterosexuales, tienen un área más pequeña en la parte frontal [anterior] del hipotálamo.
  • (Con base en resultados de Allen y Gorski, 1992) La comisura anterior del cerebro de hombres homosexuales es más grande que aquella de hombres heterosexuales. Dicha estructura -más grande en mujeres que en hombres- se ocupa de las conexiones entre hemisferios en la corteza temporal.
  • El hipotálamo (o sea, su activación) en hombres homosexuales no responde tanto a un antidepresivo clásico (fluoxetina) como sí sucede en hombres heterosexuales, lo cual apunta a un tipo distinto de actividad del sistema serotoninérgico [productor de serotonina].
  • Las feromonas estimulan la activación en el hipotálamo de mujeres heterosexuales y hombres homosexuales, pero no en el de hombres heterosexuales. En mujeres lesbianas estas sustancias son procesadas por el sistema olfatorio y no por la parte frontal [anterior] del hipotálamo.
  • Cuando se miden los cambios en la actividad cerebral a través de resonancia magnética funcional mientras se muestran fotos de hombres y mujeres, el tálamo y la corteza prefrontal medial se activan más en hombres heterosexuales y mujeres homosexuales al ver un rostro femenino (que uno masculino). Por su parte, estas mismas estructuras reaccionan con mayor fuerza al rostro de un hombre (que al de una mujer), en hombres homosexuales y mujeres heterosexuales.

Conclusiones (puntos prácticos)
  • El cerebro humano fetal se desarrolla en la dirección masculina gracias a la acción directa de la testosterona (en un niño) y en la dirección femenina gracias a la ausencia de dicha hormona (en una niña).
  • Durante el período intrauterino se programan en el cerebro, de una manera sexualmente diferenciada, la identidad de género, la orientación sexual, la cognición, la agresión y otros comportamientos.
  • Ya que la diferenciación sexual de los genitales tiene lugar en los primeros dos meses de embarazo y la diferenciación sexual del cerebro comienza en la segunda mitad del embarazo, en el caso de sexo ambiguo al nacer, el grado de masculinización de los genitales puede no reflejar el mismo grado de masculinización del cerebro.
  • En relación con el anterior punto, Swaab reafirma que las observaciones de una diferencia sexual invertida en el cerebro soporta la idea de que la transexualidad está basada en una diferenciación sexual opuesta entre el cerebro y los órganos sexuales.
  • De manera interesante, Swaab remarca que no hay pruebas de que el ambiente social después del nacimiento tenga un efecto sobre el desarrollo del género o de la orientación sexual.
  • La identidad de género (sentirse hombre o mujer) y nuestra orientación sexual son programadas en las estructuras cerebrales cuando todavía estamos en el vientre materno.
  • Las diferencias sexuales no sólo corresponden al género u orientación sexual, sino también a la cognición, la agresión y muchos otros comportamientos.
Referencia:
Swaab, D.F. (2007). Sexual differentiation of the brain and behavior. Best Practice & Research Clinical Endocrinology & Metabolism, 21 (3), pp. 431-444.

Comentario
Bueno, esta fue la presentación del artículo que comprendió las entradas de ayer y hoy. ¡Genial! Muchas cosas y datos aprendimos (aunque ya tarde, pero me excuso por muchas imprecisiones teóricas...es un tema bastante especializado). El mensaje principal, para simplificar las cosas -y que las podamos recordar en un futuro-, es que los comportamientos relacionados con el género y el sexo se determinan cuando aún nos estamos formando en el vientre materno. Es decir, la diferenciación sexual del cerebro es genética y congénita: dependiendo tanto de nuestro legado genético como de las influencias que se den durante nuestra formación, desarrollaremos patrones de conducta, comportamientos, tendencias o actitudes que en un futuro se corresponderán más con las de un hombre o con las de una mujer. Según Swaab, el entorno o aprendizaje sociales tienen poco que ver en la determinación de un cerebro masculino o femenino. Parafraseando tal idea en términos coloquiales: en la diferenciación sexual nacemos, no nos hacemos. Sin embargo, siendo más precisos: "nos hacemos" masculinos o femeninos en el vientre, por eso ya nacemos con eso.

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