Selectividad en el reconocimiento de rostros humanos: ¿nace con nosotros?

En 2002 Olivier Pascalis, Michelle de Haan y Charles A. Nelson publicaron un interesante estudio acerca de la especifidad del procesamiento de rostros en bebés de 6 meses y 9 meses de edad y adultos. Veamos qué hicieron y qué encontraron estos investigadores.

Introducción
Nelson (2001) ha propuesto que la habilidad para percibir rostros se "estrecha" [se vuelve más selectiva] con el desarrollo, debido en gran medida a la especialización cortical que ocurre gracias a la experiencia de ver rostros. De acuerdo con esta posición, la sensibilidad del sistema de reconocimiento de rostros a las diferencias en la identidad entre los rostros de la misma especie se incrementará con la edad y con la experiencia en el procesamiento de tales rostros.

Según Pascalis et al., debido a que los bebés comienzan a mostrar evidencia de formación de prototipos de rostros alrededor de los 3 meses de edad, su reconocimiento de rostros debería hacerse más "específico a los rostros humanos" algún tiempo después de esa edad. Esto lleva a la predicción de que los bebés más pequeños, quienes tienen menos experiencia con rostros que los bebés más grandes y los adultos, deberían ser mejores que aquellos en la discriminación entre rostros individuales de otras especies.

Objetivo
Comparar la habilidad de bebés de 6 y 9 meses y adultos para procesar rostros humanos y de monos.

Método
Once participantes adultos sin ninguna experticia en el reconocimiento de rostros de monos, participaron en el estudio. Treinta bebés sanos -nacidos a término- de 6 meses de edad y 30 bebés sanos -nacidos a término- de 9 meses de edad también participaron.

Para cumplir su objetivo, Pascalis et al. utilizaron un procedimiento de "comparación visual apareada" (CVA) [ejemplo], el cual permite evaluar específicamente el reconocimiento tanto en bebés como en adultos. La CVA "indexa" el interés relativo en los miembros de una pareja de estímulos visuales, compuestos por un elemento nuevo y un elemento ya conocido, visto anteriormente en un período de "familiarización". El reconocimiento se infiere a partir de la tendencia del participante a fijar la mirada por más tiempo en el estímulo nuevo.

Resultados
En los adultos, para los estímulos de rostros humanos, la fijación (o mirada) promedio hacia el estímulo nuevo durante los tests de reconocimiento de 5 segundos (s) fue significativamente más larga (2,79 s) que aquella hacia el estímulo familiar (1,63 s). En cambio, para los estímulos con rostros de monos, los participantes miraron casi por igual [p > 0,05] al estímulo nuevo (2,42 s) que al estímulo familiar o visto antes (2,31 s).

En el caso de los bebés, no se encontraron diferencias en la cantidad de tiempo requerido para alcanzar el tiempo de familiarización, ni entre grupos de edad ni entre la especie del rostro. En los bebés de 6 meses, para estímulos de rostros humanos, el tiempo promedio de mirada durante el test de reconocimiento de 10 s fue significativamente más largo hacia el estímulo nuevo (4,55 s) que hacia el rostro familiar o ya visto (3,57 s). Durante el test para estímulos de rostros de monos, los bebés de 6 meses miraron significativamente por más tiempo al rostro nuevo (4,04 s) que al rostro familiar (2,31 s).

Durante el test de 10 s para estímulos de rostros humanos, los bebés de 9 meses de edad miraron significativamente por más tiempo al estímulo nuevo (4,50 s) que al estímulo familiar (3,63 s). En cambio, para los estímulos de rostros de monos, los bebés de 9 meses miraron casi por igual al estímulo nuevo (3,86 s) que al estímulo familiar o previamente visto (3,74 s).

Discusión
Pascalis et al. afirman que sus resultados con adultos soportan su predicción y son consistentes con hallazgos previos. Además, aclaran que la "falla" para reconocer la identidad de rostros de monos no es debida a la falta de instrucción explícita para que lo hicieran. Según ellos, resultados previos muestran que los adultos son peores en reconocer rostros de monos (55%) que rostros humanos (73%).

Por otro lado, añaden los autores que los resultados con los bebés también soportan sus predicciones: los bebés de 9 meses de edad mostraron un patrón similar a aquel de los adultos, mientras que los de 6 meses mostraron una preferencia por la identidad facial nueva tanto cuando se evaluó con rostros humanos como con rostros de monos. En síntesis, entonces, dicen los autores, sus experimentos soportan la hipótesis de que la ventana perceptual se hace más angosta con la edad y de que durante el primer año de vida el sistema de procesamiento de rostros se acomoda o ajusta a una plantilla humana (Nelson, 2001).

Adicionalmente, los autores argumentan que aunque es difícil hacer una comparación directa entre el ajuste de la percepción del habla con el ajuste de la percepción de rostros, puede haber un solapamiento entre estos dos sistemas, ya que a los 3 meses de edad los bebés ya son capaces de relacionar estos dos tipos de información (p. ej., como se ve en la capacidad de asociar rostros con voces [Brookes et al., 2001]).

Según Pascalis et al., entonces, los sistemas para el procesamiento de rostros y el procesamiento del habla se pueden desarrollar en paralelo, con un tiempo similar y una influencia mutua. Una posibilidad (que explique eso) es que haya un "aparato de ajuste" perceptuo-cognitivo general que no sea específico a una modalidad única y que pueda ser descrito como un sistema anticipado a la experiencia. Otra alternativa, es que la concordancia en la edad puede ser simplemente una coincidencia del desarrollo, reflejando así un proceso dependiente de la experiencia y específico a la modalidad.

Referencia:
Pascalis, O., de Haan, M., & Nelson, C.A. (2002). Is Face Processing Species-Specific During the First Year of Life? Science, 296. pp. 1321-1322.


Comentario
Bien, esta fue la presentación del artículo de hoy. Los resultados del estudio de Pascalis et al. son tan claros como impresionantes. Como vimos, los autores quisieron estudiar si el reconocimiento de rostros es específico a la especie desde tempranas edades. Como vimos también, ellos encontraron que no es inicialmente específico a la especie, puesto que los bebés de 6 meses pueden diferenciar con la misma "habilidad" entre dos rostros individuales de monos, así como entre dos rostros individuales humanos. Ya a los 9 meses esta habilidad "se pierde" (o se "estrecha" la ventana de reconocimiento) debido al incremento en la especialización en el procesamiento de rostros, debido a la experiencia continua con rostros humanos.

Los autores citan el ejemplo del lenguaje, puesto que desde hacía mucho tiempo (Kuhl et al., 1992) se había descrito que los bebés podían diferenciar entre los sonidos de cualquier idioma (incluyendo el materno) a los 4-6 meses, pero a los 10-12 meses sólo podían discriminar los sonidos del propio. De manera interesante, pero esperada, ellos encontraron el mismo fenómeno con el reconocimiento de rostros. Por eso, proponen o que eso puede ser mera coincidencia o que hay un mecanismo o aparato que rige el desarrollo, de esa manera particular, en diversos sistemas sensoriales.

¿Qué les pareció? Un estudio sencillo, pero transparente, ¿no creen? 

¿Qué piensan de que diferencias individuales en el reconocimiento de rostros puedan predecir habilidades de reconocimiento emocional? ¿O de que el reconocimiento de voces permita el reconocimiento de rostros en el desarrollo? ¿Qué otras ideas se les ocurren a partir de este estudio? ¿Qué otros estudios que se hayan basado en éste conocen?

Comentarios

  1. Aquí les dejo un programa de reconocimiento facial con codigo fuente escrito en Delphi por si quieren practicar

    http://delphimagic.blogspot.com.es/2011/08/reconocimiento-de-caras-con-delphi.html

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